El agua caía hacía largo rato cuando su dulce voz se elevó entre las gotas comprimidas por el denso vapor caliente. Cariño, la oí decir, Me dejé el gel íntimo en el otro baño. Ahora te lo acerco, le contesté, aunque ella no me había hecho ninguna pregunta. Juro que lo busqué con todo mi empeño.
Di varias
vueltas por la casa hasta darme cuenta de la inutilidad de mis esfuerzos. No
había manera de encontrar algo tan íntimo.
Ignacio Sánchez
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