martes, 1 de diciembre de 2015

Enfermedad común (poema)


De unas cebollas tumefactas, blanquecinas,
emergen sin pausa nuevos quintos implacables.
Acuden ciegos, enloquecidos, haciendo riza
en lo más encarnizado de la batalla,
sin albergar dudas
en una naturaleza de determinación brutal
en la que no me puedo reconocer.


¿Acaso no tendrán una pizca de razón
aquellos que justo enfrente
saltan y brincan atemorizados
retorcidos sobre sí, horrendos y perniciosos?
¿No cabe cuestionamiento alguno,
pacto, componenda, entendimiento,
acuerdo, negociación o tratado
que sustituya la demencia bélica,
la escabechina perpetua
del interior de las cañerías?

Ondean los estandartes en el agua bermeja.
Los cánticos victoriosos, salvajes
se imponen sin deserción alguna,
y ante un panorama desolador e inhumano
me veo en la obligación,
en un género de criminal complicidad,
de agradecer mi vida a las hordas fascistas,
caníbales, sordomudas,
que nunca titubean,

que me repugnan.



Ignacio Sánchez

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