Las reglas son sencillas y se las ha repetido muchas veces: caminar muy juntos en fila india y, si es necesario detenerse, anunciarlo en voz baja, lo justo como para que solo ellos puedan enterarse. Lo único que hay que hacer es andar mirando la espalda del compañero que marcha delante, taladrar con la mirada las arrugas de su jersey mientras se intenta no pensar en nada. Una arruga marrón oscuro se alisa y otra aparece al lado en un pequeño mar de lana que es todo el paisaje que puede verse en medio de esta niebla que lo devora todo. No parece difícil seguir las instrucciones, pero el Jefe hace otra parada para asegurarse y el pequeño grupo se amontona. Esta vez lo cierra una masa enorme con un impermeable que podría ser gris o verde.
—¿Y Vázquez?
La masa se encoge ligeramente de hombros sin mirar hacia atrás siquiera.
—¿Vázquez también?
viernes, 29 de enero de 2016
miércoles, 20 de enero de 2016
Learning a language (poema, en inglés)
Learning a language is a thankless task,
like the moment when you call the register
in an empty room,
when you realize that all your household
is only junk,
and your diet is based on mould and worms,
lunes, 18 de enero de 2016
Negligencia (microrrelato)
Iba a abrir la puerta del coche, pero hundí la mano en el bolsillo vacío del pantalón. En mi mente surgió como una fotografía la imagen de las llaves desparramadas sobre el mueble de la entrada de la casa de Antonio y Ana, junto a la cartera y las gafas de sol.
Llamé al portero automático y, después de
desgranarle el inventario de lo que había olvidado en su vestíbulo, Antonio me
preguntó con la sorna de haberse acostumbrado a mis despistes: “¿Seguro que no
te has dejado nada más?”
Estas palabras rebotaban entre las
paredes del ascensor y, mientras subía despacio, intentaba restar importancia a
esta manía mía de ir sembrando mis cosas por todas partes.
Al final del largo pasillo de la quinta
planta encontré la puerta entornada. Cuando la empujé, me vi a mí mismo sentado
en el sillón del salón, esperándome, con el abrigo puesto y la mirada fija en
el umbral.
David Rubio
sábado, 16 de enero de 2016
Aforismos (III)
No está claro qué resulta más difícil en cada ocasión, si saber dar las gracias como corresponde, o recibirlas como se merecen.
La facilidad con la que se inocula el virus del nacionalismo solo es parangonable a la dificultad que presenta el tratamiento de sus efectos.
domingo, 10 de enero de 2016
El verdadero origen del Miramar (relato)
El Miramar vivió su época de mayor esplendor a mediados del siglo pasado, cuando millonarios extranjeros inundaban sus mesas para ver actuar a estrellas del jazz llegadas de todos los rincones del continente y la sucesión de las fotografías con su fachada de estilo colonial en las portadas de las publicaciones especializadas en el género servía como crónica de sus innumerables ampliaciones.
Sus comienzos fueron mucho menos deslumbrantes. El Gordo Trinidad invirtió menos dinero que inspiración en transformar un viejo almacén del antiguo puerto en el pequeño local que se veía regentando en una de sus habituales corazonadas. El Gordo era un mazacote blando y gigantesco que a cada momento hacía aparecer como un mago un pañuelo del bolsillo para secarse el sudor que le resbalaba continuamente por la frente y las mejillas. No fue fácil la infancia del Gordo: su aparición nada inusual en los periódicos acompañado de celebridades siempre sonrientes hacía olvidar no sin esfuerzo a los lugareños la imagen de aquel crío enfermizo y solitario que la maledicencia dio en relacionar con las tragedias locales como si se tratara de un ave de mal agüero, cuando su presencia repetida en escenas de crímenes y lugares de accidentes y catástrofes era debida más bien a su carácter morboso.
Criterio infalible (microrrelato)
Había cuatro niñas. La más pequeñita se giró de repente y observó mi atuendo. Qué traje tan bonito, me dijo. El comentario solo podía ser sincero, viniendo de quien venía.
Al instante corroboré mi intuición de que iba vestido como un fantoche.
Ignacio Sánchez
miércoles, 6 de enero de 2016
Aforismos (II)
Una gélida amargura recorre al hombre inteligente que se percata de cómo sus expectativas han superado siempre a sus capacidades.
Cuando escucho la palabra hogar, me viene a la cabeza la imagen de un cepo romo y aterciopelado.
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