miércoles, 6 de enero de 2016

Aforismos (II)


Una gélida amargura recorre al hombre inteligente que se percata de cómo sus expectativas han superado siempre a sus capacidades.

Cuando escucho la palabra hogar, me viene a la cabeza la imagen de un cepo romo y aterciopelado.

Toda alabanza contiene un reproche implícito.

La vida es la más compleja y hermosa de todas las artes escénicas.

Una novela grandiosa o un ensayo particularmente lúcido se caracterizan, entre otras cosas, por dejar en evidencia la medianía intelectual del hombre corriente.

Ningún viaje está completo hasta que no se regresa.

Hay una sola cosa que merece la pena pedir a los propios hijos: que no mueran antes que uno mismo. Pero ni siquiera está en su mano asegurarnos esa satisfacción.

Hay gente que confunde el hecho de carecer de vergüenza con el de carecer de dignidad. El primero se podría asimilar a una virtud; el segundo, a un lamentable defecto.

Prolijidad y explicitud son los peores enemigos del estilo.

La única guerra por la que merece la pena luchar es la guerra contra las propias manías.

Las matemáticas y la creación literaria tienen mucho en común. Ambas constituyen una descarada impostura de la realidad.


Ignacio Sánchez

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