sábado, 23 de julio de 2016
Aforismos (V)
Antes de alabar al que abre la mano, acuérdate de los que nunca la han cerrado.
Una vida desgraciada convierte a una persona en anciana mucho más que cualquier vulgar acumulación de décadas.
jueves, 23 de junio de 2016
El dilema... O más vale fuerza que maña (microrrelato)
Detesto oír los perros aullando, pero Cristóbal dice que los necesita para ir de caza e insiste en tenerlos en el patio. Su escandalera se me clava tan hondo en el alma que me da por golpear con todas mis fuerzas lo primero que se pone a tiro. Hace ya un tiempo que aprovecho los porrazos para algo útil, y así he ido enderezando algunas cosillas que andaban maltrechas por casa. Esta tarde noto a los perros más tristes y aún no he decidido si arreglaré a mi marido o probaré con la lavadora, que hace una semana que no centrifuga.
David Rubio
martes, 14 de junio de 2016
Lista de autores y obras imprescindibles de la literatura occidental
ADVERTENCIA: La siguiente relación de autores y obras puede considerarse enteramente subjetiva. Es probable que cualquier buen aficionado a la literatura eche en falta algunos nombres (mientras que, tal vez, le sobren otros), pues el criterio fundamental a la hora de componer la lista ha sido el conocimiento directo de las obras; en otras palabras: haberlas leído. Asimismo, la relación contiene un apreciable número de títulos que en realidad no pertenecen a la cultura occidental; en estos casos, si se ha optado por incluirlos ha sido por haber tenido una difusión y un impacto evidentes en esta parte del mundo.
jueves, 9 de junio de 2016
El retorno (relato largo).
La aparición de la mancha blanca es algo que ocurre bastante después. Te resultará extraño, pero el primer atisbo del retorno de la conciencia no tiene la forma de la mancha albina y circular que esperabas. Estoy seguro que era lo que suponías que iba a pasar. Una mancha brillante, con un pequeño disco negro de borde amarillo en su interior, como lo que observarías tras frotarte los ojos con tus dos pequeñas manos, piel fina restregándose contra piel fina hasta sonar como tu sexo lubricado siendo taladrado por el mío. Pero no es de esa manera como sucede. La mancha blanca viene después. Y te sorprende. Lo sé perfectamente. Lo he ido aprendiendo de las otras. Llega mucho más tarde que el hedor que te agarra de las solapas y te agita los hombros, y te cruza la cara y te obliga a respirar con la boca bien abierta. Llega mucho después que esa putrefacción dulzona que se prolonga indefinidamente antes de que caigas en la cuenta de que la existencia consiste en algo más que en vapores pestilentes de cuerpos descompuestos, antes de la mancha blanca, mucho antes de que los otros sentidos puedan tener algo que decir.
domingo, 29 de mayo de 2016
Clicks (relato largo). Cuarta y última entrega.
La oscuridad cayó, por fin, en el exterior. Algo más tarde lo fue haciendo también en el interior. Los dos niños ya dormían, apesadumbrados en sus sueños por igual, el episodio del peinecito perdido metamorfoseándose en una oscura cicuta que se filtraba en las rugosidades de sus cerebros hasta depositarse en el ignoto rinconcillo de los complejos y las inseguridades pueriles que arrastran hasta su término las existencias humanas; las vidas corrientes de este y de aquel y del de más allá, normales solo en su común mutilación. En ese acuífero venenoso que se va acumulando en la mollera.
sábado, 28 de mayo de 2016
Clicks (relato largo). Tercera entrega.
A pesar de todo lo que se ha dicho, el interés del globo verde, del globo rojo y del globo violeta no se hallaba capitalizado por los muñequitos invasores en exclusiva. Ni siquiera en su mayor parte. Claro que sus groserías y su matonismo les resultaban curiosos, cómo no. Menuda gentuza que eran. Pero la amenaza que constituían los padres era de mucha mayor entidad. Por consiguiente, dirigían prioritariamente su atención hacia los dos adultos del domicilio, el hombre y la mujer vestidos de gris y de negro y de azul y de verde oscuros; los dos humanos serios y descomunales que podían acabar con ellos en cualquier instante.
jueves, 26 de mayo de 2016
Clicks (relato largo). Segunda entrega.
Debemos un admirable retrato colectivo de los nuevos muñequitos al arrojo del globo verde. No alcanzaba el volumen del globo violeta, eso ya lo sabemos, pero mantenía mejor la línea esférica. Podríamos considerar que estaba más en forma y que aún contaba con la salud suficiente como para desplazarse por su propia voluntad. Por lo menos en el ecuador de su existencia, cuatro o cinco jornadas después del Gran Día.
miércoles, 25 de mayo de 2016
Clicks (relato largo). Primera entrega.
Solo unos globitos fofos y deshinchados se resistían a desaparecer. Eran tres supervivientes natos. Los mejores de una colorida estirpe de gloria efímera. El uno verde, con una carita pintada con mano temblorosa a la que la pérdida de aire de las últimas jornadas había ido amenguando hasta convertir en una cosa decididamente siniestra. El otro rojo, moribundo aunque a salvo, apenas una pelotita de golf gaseosa abandonada a su suerte tras el equipo de música hi-fi. El tercero violeta, el de mayor tamaño y peor aspecto, que asemejaba una berenjena con acné conglobata. Había sido martirizado en el Gran Día por un sinnúmero de retorcimientos, manoseos y patadas, pero aún estaba vivo. De chiripa, claro. Uno verde, otro rojo y otro violeta, los tres colores mucho más oscuros que el sábado, intensificados al tiempo que perdían parte de su volumen. Tres pobres testimonios de la bacanal infantil que allí había tenido lugar; en verdad, los únicos que quedaban.
viernes, 13 de mayo de 2016
Regreso a la infancia... más o menos (poema)
Hoy he regresado a mi infancia, a tu infancia, a la de cualquiera,
Más o menos.
Hoy mismo he regresado a ella más de diez veces.
Lo hice ayer y me temo que lo haré también mañana.
No quiero engañarte
Si eres uno de esos amables amigos del lirismo,
Porque no he vuelto a las primeras imágenes titubeantes
De un perro saltando junto a una pared mojada,
Ni al rugido de las olas del mar rompiendo frente a una llanisca de bronce.
No han reverdecido las sensaciones absolutas
De los juegos por siempre solitarios
De un hijo único
En un parque oblongo de Aluche
Con olor a pino y arena,
Ni el recuerdo de un aire tan puro y sencillo
Que solo existe mientras se desconoce que pueda estar envenenado.
Ni siquiera la memoria de un trance doloroso, una salvaje humillación,
Una inconfesable vergüenza.
Nada de eso.
Amigo del lirismo, no quiero confundirte;
Me caes bien.
Solo trato de agarrar tus párpados y subirlos como persianas
Y repito que no he regresado a la infancia de la forma que mejor conoces y descifras:
Con un olor transformado en impronta,
Un sabor de regusto paralizante,
O un paisaje anodino cuyo significado te solazas en descubrir.
No, no es esa linda vuelta a la infancia a la que me refiero,
Amigo,
Ni más ni menos.
Hoy he regresado a mi infancia, a tu infancia, a la de cualquiera.
Hoy mismo he regresado a ella más de cien veces.
De nada me han valido mis estudios, mis idiomas, mi bagaje.
El pueril brote que nunca se agosta hace que esto y aquello,
Absolutamente todo,
Doble la cerviz.
Frente a la emulación,
El dominio,
La envidia,
Frente a la satisfacción de cubrir con espléndidos ropajes los más absurdos alardes y condescendencias,
Frente a eso, amigo del lirismo,
El cerebral brocado ocultando la basta piel del animal,
No termino de elevarme.
Hoy he regresado a mi infancia, a tu infancia, a la de cualquiera.
Hoy mismo he regresado a ella más de mil veces.
Lo hice ayer
Y me temo que lo haré también mañana.
Ignacio Sánchez
miércoles, 11 de mayo de 2016
Retrato de dama con abanico (microrrelato)
No pudo identificar si era la madre o el hijo. Recordaba que los dos llevaban siempre el pelo largo y que por aquella época a él le había dado por ponerse los vestidos de su madre, tan llenos de volantes, cintas, encajes y flores. Aquellos ojos, rodeados de arrugas y trazados con apenas dos pinceladas, seguían ocultando el mismo enigma de siempre. Se imaginó la sala, ahora vacía, repleta por la mañana de críticos de arte y se preguntó cómo coño les iba a explicar que no sabía con cuál había compartido la borrachera que inspiró su obra maestra.
David Rubio
martes, 12 de abril de 2016
Aforismos (IV)
La capacidad para emocionarse con las más refinadas manifestaciones del arte y la de gestionar un campo de exterminio son perfectamente compatibles en un mismo individuo.
A menudo, eso que llaman "formación permanente" consiste en despreciar lo que uno sabe para ensalzar lo que uno olvidará.
martes, 8 de marzo de 2016
La secretaria y mi deseo (microrrelato)
Nunca había sido infiel a Mónica. Con la secretaria del departamento de la facultad decidí hacer una excepción. Cobarde como soy, me animaron sus caderas de acero y las francas perspectivas de que incluso un torpe galanteo podía bastar para coronar con éxito el intento. Ella, esto resultaba evidente, me miraba con ojos golosones.
domingo, 21 de febrero de 2016
Otra vez la primavera (poema; soneto)
Si con intacta admiración asisto
al enigma reciente que verdea
en cada rama y, fiel a mi tarea,
más lo celebro cuanto más previsto,
si ves que, de memoria desprovisto,
al pájaro novel que deletrea
su amor trinando en dulce melopea,
pueril saludo como a nunca visto,
será que ha regresado Primavera
y como aquel olmo que lame añoso
el río, a sus preceptos obediente,
se rinde rebrotando mi madera:
ciclo eterno, conjuro poderoso
que vuelve al corazón adolescente.
Luis Velasco
domingo, 14 de febrero de 2016
El ajedrecista politizado (relato)
Por delante de cualquier otra consideración, estaba el asunto de su lucidez. No era cosa de dudar de ella. Aquel hombre derrochaba inteligencia por los cuatro costados. Justo después venía su portentosa capacidad de concentración, algo fuera de lo común en gente de su edad. Pero no, no solo era eso. Atesoraba también una enorme paciencia y una activa tenacidad, dos cualidades auxiliares aunque imprescindibles para triunfar en el ajedrez. Sin embargo ¿cómo explicar, a pesar de todo, que el tipo no dejase de perder todas y cada una de sus partidas?
miércoles, 10 de febrero de 2016
Así empieza "Herejes", de Leonardo Padura
"Varios años le tomaría a Daniel Kaminsky llegar a aclimatarse a los ruidos exultantes de una ciudad que se levantaba sobre la más desembozada algarabía. Muy pronto había descubierto que allí todo se trataba y se resolvía a gritos, todo rechinaba por el óxido y la humedad, los autos avanzaban entre explosiones y ronquidos de motores o largos bramidos de claxon, los perros ladraban con o sin motivo y los gallos cantaban incluso a medianoche, mientras cada vendedor se anunciaba con un pito, una campana, una trompeta, un silbido, una matraca, un caramillo, una copla bien timbrada o un simple alarido. Había encallado en una ciudad en la que, para colmo, cada noche, a las nueve en punto, retumbaba un cañonazo sin que hubiese guerra declarada ni murallas para cerrar y donde siempre, siempre, en épocas de bonanza y en momentos de aprieto, alguien oía música y, además, la cantaba".
sábado, 6 de febrero de 2016
Olor orgulloso de sí (poema)
Oler tan bien que uno no se huela
es propio de niños;
No un juego de niños, entiéndanme,
sino una cosa de críos
que no dejan de cagarse encima.
miércoles, 3 de febrero de 2016
Negrita (microrrelato)
Con motivo de su quinto cumpleaños, aquellos padres progresistas le habían regalado a su hija una hermosa muñeca negra. El resto de familiares y amigos presentes en la celebración ponderamos con entusiasmo el cívico juguete. No había caído en saco roto: a la chiquilla no se la vio separarse de su recién bautizada Negrita en toda la tarde.
Cuando me llegó el momento de abandonar la fiesta, entré en la habitación de la niña para darle un beso de despedida. De inmediato advertí algo extraño en Rubita, la muñeca que hasta entonces había ocupado sus preferencias. Yacía en el suelo con uno de los cinturones del padre anudado en torno al cuello. Preguntada acerca de tan extraño suceso, la niña fue del todo transparente: a partir de ahora, a Rubita le tocaba ser la esclava de Negrita.
Ignacio Sánchez
viernes, 29 de enero de 2016
La niebla (relato)
Las reglas son sencillas y se las ha repetido muchas veces: caminar muy juntos en fila india y, si es necesario detenerse, anunciarlo en voz baja, lo justo como para que solo ellos puedan enterarse. Lo único que hay que hacer es andar mirando la espalda del compañero que marcha delante, taladrar con la mirada las arrugas de su jersey mientras se intenta no pensar en nada. Una arruga marrón oscuro se alisa y otra aparece al lado en un pequeño mar de lana que es todo el paisaje que puede verse en medio de esta niebla que lo devora todo. No parece difícil seguir las instrucciones, pero el Jefe hace otra parada para asegurarse y el pequeño grupo se amontona. Esta vez lo cierra una masa enorme con un impermeable que podría ser gris o verde.
—¿Y Vázquez?
La masa se encoge ligeramente de hombros sin mirar hacia atrás siquiera.
—¿Vázquez también?
—¿Y Vázquez?
La masa se encoge ligeramente de hombros sin mirar hacia atrás siquiera.
—¿Vázquez también?
miércoles, 20 de enero de 2016
Learning a language (poema, en inglés)
Learning a language is a thankless task,
like the moment when you call the register
in an empty room,
when you realize that all your household
is only junk,
and your diet is based on mould and worms,
lunes, 18 de enero de 2016
Negligencia (microrrelato)
Iba a abrir la puerta del coche, pero hundí la mano en el bolsillo vacío del pantalón. En mi mente surgió como una fotografía la imagen de las llaves desparramadas sobre el mueble de la entrada de la casa de Antonio y Ana, junto a la cartera y las gafas de sol.
Llamé al portero automático y, después de
desgranarle el inventario de lo que había olvidado en su vestíbulo, Antonio me
preguntó con la sorna de haberse acostumbrado a mis despistes: “¿Seguro que no
te has dejado nada más?”
Estas palabras rebotaban entre las
paredes del ascensor y, mientras subía despacio, intentaba restar importancia a
esta manía mía de ir sembrando mis cosas por todas partes.
Al final del largo pasillo de la quinta
planta encontré la puerta entornada. Cuando la empujé, me vi a mí mismo sentado
en el sillón del salón, esperándome, con el abrigo puesto y la mirada fija en
el umbral.
David Rubio
sábado, 16 de enero de 2016
Aforismos (III)
No está claro qué resulta más difícil en cada ocasión, si saber dar las gracias como corresponde, o recibirlas como se merecen.
La facilidad con la que se inocula el virus del nacionalismo solo es parangonable a la dificultad que presenta el tratamiento de sus efectos.
domingo, 10 de enero de 2016
El verdadero origen del Miramar (relato)
El Miramar vivió su época de mayor esplendor a mediados del siglo pasado, cuando millonarios extranjeros inundaban sus mesas para ver actuar a estrellas del jazz llegadas de todos los rincones del continente y la sucesión de las fotografías con su fachada de estilo colonial en las portadas de las publicaciones especializadas en el género servía como crónica de sus innumerables ampliaciones.
Sus comienzos fueron mucho menos deslumbrantes. El Gordo Trinidad invirtió menos dinero que inspiración en transformar un viejo almacén del antiguo puerto en el pequeño local que se veía regentando en una de sus habituales corazonadas. El Gordo era un mazacote blando y gigantesco que a cada momento hacía aparecer como un mago un pañuelo del bolsillo para secarse el sudor que le resbalaba continuamente por la frente y las mejillas. No fue fácil la infancia del Gordo: su aparición nada inusual en los periódicos acompañado de celebridades siempre sonrientes hacía olvidar no sin esfuerzo a los lugareños la imagen de aquel crío enfermizo y solitario que la maledicencia dio en relacionar con las tragedias locales como si se tratara de un ave de mal agüero, cuando su presencia repetida en escenas de crímenes y lugares de accidentes y catástrofes era debida más bien a su carácter morboso.
Criterio infalible (microrrelato)
Había cuatro niñas. La más pequeñita se giró de repente y observó mi atuendo. Qué traje tan bonito, me dijo. El comentario solo podía ser sincero, viniendo de quien venía.
Al instante corroboré mi intuición de que iba vestido como un fantoche.
Ignacio Sánchez
miércoles, 6 de enero de 2016
Aforismos (II)
Una gélida amargura recorre al hombre inteligente que se percata de cómo sus expectativas han superado siempre a sus capacidades.
Cuando escucho la palabra hogar, me viene a la cabeza la imagen de un cepo romo y aterciopelado.
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